martes, 5 de febrero de 2013

La firma del memorándum y el sabor amargo de un fracaso

La firma del memorándum y el sabor amargo de un fracaso Daniel Muchnik-CONISTA.COM La firma del memorándum entre Argentina e Irán en Etiopía para que una comisión de cinco juristas internacionales analicen el atentado a la AMIA y sus eventuales responsables despertó reacciones de distinto tipo en el país, pero ha quedado el sabor amargo de un fracaso. La cuestión es lacerante. Que todavía no se haya encontrado a los que tramaron y ejecutaron esa matanza es una vergüenza nacional y es, del mismo modo, una espina clavada e infectada en el cuerpo de la comunidad judía en la Argentina. En los hechos se trató de la segunda masacre de la época, contra un mismo núcleo poblacional, si se toma en cuenta la voladura de la Embajada de Israel. Los judíos, aquí, en cualquier lugar del mundo, tienen una sensibilidad más aguda que otros: cargar encima con la historia de la Shoá, del exterminio industrializado, mientras parte del mundo miraba para otro lado es un lastre pesado, inaudito. Más allá del Juicio de Nuremberg, más allá de la captura y juicio de Eichman, más allá de los juicios a Barbie y a algunos ancianos cómplices o masacradores de los campos de concentración, la herida abierta no ha cicatrizado, es profunda y duele como un grito ensordecedor que no cesa. En la Argentina no hay pruebas contundentes de que los responsables hayan sido sólo los iraníes señalados una y mil veces. Hay muchísimas hipótesis, donde se mezcla la sordidez de la complicidad policial, la mano de obra desocupada que sabía operar en otros tiempos con eficiencia asesina, la mala y absurda praxis (¿consciente o inconsciente?) de los representantes de la justicia, la ceguera y el colaboracionismo de parte de la dirigencia de la comunidad judía en la mitad de los años noventa, de vendedores de automóviles y chatarra. Todo con historial de bajos fondos, situaciones de extrema sordidez e impunidad. Es Israel quien ha insistido con la responsabilidad iraní. Es posible que haya existido, sin duda.Todo pudo ser posible. Israel tiene un entripado serio con Irán y motivos no le faltan en la medida que la conducción política y religiosa de ese país no se calla al decir que desea el exterminio de Israel. También es cierto que la comunidad judía en la Argentina, como las del resto del planeta, siguen al pie de la letra las consignas que lanza Israel y evidencia una falta de autonomía y decisión independiente que es perjudicial. Pero ahora están jugando maniobras políticas contradictorias del gobierno argentino. Ha pasado de ofrecer investigación profunda del desastre a un entendimiento risueño y flexible con Irán. En definitiva Argentina se ha sumado a Venezuela, a Ecuador, a Bolivia y a ciertos líderes políticos de Brasil en amparar el desarrollo nuclear iraní, un peligro de dimensiones apocalípticas. Fue Irán quien ha venido seduciendo a este sur del continente y ha logrado su objetivo. Y ahora, con un Chávez cuya sobrevida es una incógnita y son varios los que intentan sucederlo en su liderazgo, Argentina muestra su buena voluntad con Teherán. No es tan curioso como parece. ¿No?