jueves, 21 de febrero de 2013

Mujeres avanzan en la Knesset

Tzipi, Shelly y Hanin. Tres ideas distintas. Un mismo sexo El Parlamento (Knesset) de Israel electo el 22 de enero es el que tiene mayor cantidad de mujeres desde la creación del Estado: 26 de un total de 120 diputados, cinco más que en el saliente. La mitad son caras nuevas. Especialmente simbólico es el partido Meretz de izquierda, en el que la mitad de sus representantes parlamentarios, o sea 3 de los 6 electos, son mujeres, entre ellas la jefa misma de la facción, Zehava Galon. Otras dos mujeres están al frente de partidos: Shelly Yacimovich en el laborismo y la ex Canciller Tzipi Livni en “Hatnuá”. En el partido “Habait Hayehudí” (El hogar judío), hay una particularidad. En medio de numerosos diputados religiosos, hay una mujer secular —Ayelet Shaked y otra muy secular —Orit Struk—, residente en la comunidad judía de Hebrón y madre de 11 hijos. Otro récord lo bate la sensación de las elecciones, el nuevo partido “Yesh Atid” del ex periodista Yair Lapid, hace un año inexistente y hoy ya activo como la segunda fuerza política de Israel; de 19 escaños que ganó, casi la mitad —ocho— son mujeres, todas ellas rostros nuevos en la Knesset, aunque algunas ya conocidas en diferentes ámbitos de la vida pública israelí, como la hasta ahora alcaldesa de Hertzlia Yael German y la Dra. Ruth Calderon estudiosa del Talmud. El laborismo, encabezado como ya se mencionó por una mujer, tendrá 4 diputadas entre sus 15 escaños. Todas menos la jefa misma, son nuevas, entre ellas una conocida ex periodista Merav Mijael y una de las figuras famosas como líder de la protesta social que conmovió a Israel hace más de un año, que será además la diputada más joven del Parlamento, con 27 años. “Las mujeres podemos hacer todo, de eso no tengo duda”, dijo Stav Shafir, quien fue de las principales líderes de la protesta social de hace un año y medio, y ganó un escaño por el Partido Laborista. “Es cierto que seré la diputada más joven”, admite Stav con una amplia sonrisa, a sus 27 años. “A veces siento que hombres se preguntan quién soy yo para entender de economía o cosas similares... Yo siento claramente lo que significan sus miradas: qué hace aquí esa jovencita, y encima pelirroja, y encima, líder de la protesta social”, cuenta Stav. “Pero no importa… aquí estoy… y lograré aportar con mi trabajo, que no tiene por qué ser menos que el de cualquier hombre”. “No hay que votar a una mujer porque sea mujer, sino porque es capaz de ejercer un cargo”, comenta. En el partido del primer ministro Benjamin Netanyahu y el ex canciller Avigdor Liberman “Likud Beiteinu”, serán 7 las mujeres entre sus 31 diputados. Aquí todas son ya conocidas del periodo parlamentario anterior. Dos de ellas son ministras en el gobierno actual, Limor Livnat y Sofa Landver. Entre los 11 escaños de los partidos árabes o árabe-judíos, la diputada Hanin Zuabi es la única representante del sexo femenino. Es miembro del partido Balad, una parlamentaria que despierta serias discusiones y grandes polémicas y que en la Knesset saliente fue foco de grandes discusiones. La Comisión Electoral aceptó una demanda que pedía descalificarla de su participación en las elecciones por haber viajado a bordo del “Marmara”, la flotilla turca que hace casi dos años trató de violar el bloqueo marítimo a Gaza, pero la Suprema Corte canceló dicha decisión. La posición de la mujer en Israel es ambivalente. Ha alcanzado muy grandes logros no sólo porque la legislación determina en forma categórica que todo tipo de discriminación está prohibida, sino también por los cargos a los que ha llegado y la forma en que mujeres se destacan en diversas áreas del quehacer nacional. Pero hay quejas sobre salarios desiguales, en los mismos roles, a hombres y mujeres. Cuando Golda Meir se desempeñaba como primer ministro de Israel —la primera mujer en su país y la tercera en el mundo en ocupar dicho cargo, a comienzos de los años 70— se elogiaba su firmeza de modo muy singular y simbólico: “Es el único hombre del gabinete con los pantalones bien puestos”, solía decirse. Para muchas mujeres, claro está, el supuesto elogio era una verdadera ofensa. Ninguna otra mujer llegó luego al máximo cargo al frente del Ejecutivo israelí. Pero al menos, en el nuevo Parlamento, la representación femenina aumentó considerablemente. Cabe esperar que ello aporte no sólo a la legislación en pro de la mujer, sino a una sensibilidad social necesaria para lidiar con no pocos desafíos que aún hay que resolver. http://www.eluniversal.com.mx/internacional/81184.html